Juan Pablo Álamos Zegers, exalumno generación 2002

Cuéntanos de ti, cómo te defines y a qué te dedicas hoy

Me llamo Juan Pablo Álamos Zegers. Soy chileno, crecí en una familia donde aprendí a amar y a ser amado. Estudié en el colegio Cumbres y luego Derecho en la Universidad Los Andes. Terminando el tercer año de carrera, fui llamado por Cristo para seguirlo como sacerdote. Con dolor, dejé todo y me fui al seminario. Largos años duros vendrían.

Hoy tengo 40 años. Me encanta ser hijo del Padre Dios. Sé que Dios me ama. Dirijo un centro de apostolado para jóvenes y colaboro en el Colegio Everest. Soy un sacerdote feliz.

¿En qué momento sentiste la llamada al sacerdocio y cómo influyó tu educación en el Cumbres para tu decisión?

Un Jueves Santo, el 13 de abril del 2006: Un campesino llamado Jesús me dijo que me hiciera sacerdote. Tenía 22 años. Fue en Puyarruego, Huesca, Aragón, España. Ahí empezó todo. Meses de calvario, de resistencia a la vocación. A María le debo mi sí.

El colegio ayudó de mil maneras; destaco el ofrecimiento de la Eucaristía diaria, los sacramentos y los buenos amigos. Mi hermano mayor, Bernardo, me enseñó grandes valores en mi adolescencia. Mi amigo Javier Ayala, hoy sacerdote, también tuvo una influencia decisiva en mi amistad con Dios. Alberto Puértolas, consagrado del RC durante mi 4to medio, hoy sacerdote, me mostró a un Cristo que busca ayudarnos, que es todo alegría y confianza.

¿Recuerdas si la devoción al Sagrado Corazón de Jesús influyó en tu formación espiritual?

No fui consciente de la devoción la Sagrado Corazón durante el colegio, pero sí de haber vivido sus expresiones; las misas de primer viernes, llenas de vida; el canto mariano de salida a todo pulmón: “un día del cielo un ángel…le dijo si aceptaba ser Madre del mismo Dios…y Dios se hizo hombre, Ave María”…precioso.

¿Qué mensajes o enseñanzas tratas de transmitir a los jóvenes acerca de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús?

Quien ama al Sagrado Corazón de Jesús se va al cielo.

¿Cómo ha influido la formación que recibiste en el colegio en tu misión pastoral como sacerdote dentro de la comunidad educativa?

Tuve una infancia feliz, pero una adolescencia algo rebelde. En 8vo básico quedé condicional y en 3ro medio me echaron del viaje de estudios. Rebelde frente a sacerdotes y consagrados que influían en la disciplina y formación en el colegio. Una época que mantuve distancia del movimiento en general.

A la distancia, con mirada de conjunto, fueron sacerdotes y consagrados llenos de sacrificio, generosos, rectos y trabajadores que día a día hacían mucho esfuerzo para evangelizar. Y acertaron mucho. Pienso que fueron serios, que hicieron todo el esfuerzo por hacerlo lo mejor posible.

Una influencia muy positiva del colegio fue la fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, el mensaje de Dios amor. La Legión es obediente al magisterio, cosa que me atrae más que el sol. 

¿Cuál es el mayor desafío que te ha tocado enfrentar como sacerdote, trabajando con la juventud?

El equilibrio y armonía entre trabajo y descanso; hay pocos sacerdotes y las mies es mucha. La pastoral de jóvenes de colegio es madrugadora y la de universitarios es nocturna, nada fácil.

Últimamente el desafío de volver a presentar la confesión de un modo atractivo es arduo. Con la pandemia, multitudes se olvidaron de la fiesta grande que vivimos con el perdón sacramental.

¿Alguna experiencia, anécdota o testimonio que quieras y nos puedas compartir en lo que ha sido tu trabajo en el colegio Everest?

Ver la acción de gracia en una persona supera la profunda emoción, la que cuenta Aznavour en su canto enamorado “Venecia sin ti”. Una chica que retorna a Dios después de la experiencia espiritual fuerte, un joven arrodillado en una confesión después de años. Ser testigo de eso te llena el alma; la vida ha valido la pena.

Y muchas otras alegrías. Si se tiene fe, la lista de alegrías es interminable. En la fe todo es regalo.

¿Cómo influyó y qué herramientas te entregó el colegio que te hacen ser la persona que eres hoy?

La influencia que deja el colegio es algo que se va precisando a lo largo de la vida.

El Cumbres propone una formación integral; se mira al mundo y a la cultura y se sueña con ser protagonista. Por otra parte, se mira lo concreto, la selección de debate, el viaje de estudios, el interescolar, etc. y se intenta crecer ahí en el presente, donde se juega la vida. Un cristianismo que busca formarse en lo humano, espiritual, pastoral e intelectual.

De nuevo, aunque en el colegio inevitablemente las cosas no las verbalizamos con precisión, por el grado de madurez del momento, sino que años después nos vamos empapando de ese estilo y mirada. El horizonte que propone el Cumbres es grande.

¿Cuál es el mejor recuerdo de tu paso por el colegio?

Recuerdos como vienen: las fiestas de 15 colado al inicio y más tarde invitado, junto con la aceptación social creciente, cosa vital en un adolescente. Las primeras veces que ganamos el Interescolar; estar en la cancha del Nacional celebrando fue algo grande. Haber ganado la clase pública en séptimo básico con calcetines blancos en señal de rebeldía; el triunfo de la semifinal del concurso de debates de la Universidad del Desarrollo, el pololeo hacia finales de cuarto medio…El 94 y 95 la “U” campeón y el 96 la Libertadores que nos robaron, en un colegio donde ser de la “U” era don de pocos alumnos, salir campeón era una fiesta que duraba varios meses de recreos. 4to, 5to y 6to básico, para mí, años azules inolvidables. Un apostolado en un asilo de ancianos un sábado, cuando estaba en I medio, donde me encontré con los más “bacanes” de III medio, lo que me confirmó que hacer el bien nunca es de “perkin”. Cuarto básico, creo, gran campeonato de taca taca con mi amigo Benja Parro.

¿Alguna persona que haya marcado tu paso por el colegio y que quieras recordar?

De los formadores; mis papás, siempre presentes en mi vida escolar, profunda gratitud a ellos.

De niño, Don Moisés que nos quería mucho. Los profesores Cristián Valenzuela y el profesor Quiroga que ponían mucho esfuerzo; Don Héctor de matemáticas, el profesor Leopoldo, fanático de la “U”, que me permitió poner en clases un cassette de “Los de Abajo” para culturizar a todos, perseveramos a pesar de las incomprensibles quejas de mis compañeros.

Al final de mi niñez, el profesor Carlos Moreno en la selección de atletismo, que exigía al máximo. El profesor Raúl Cañas de religión que me inculcó el amor a la Eucaristía y Ángel de la Guarda.

Sacerdotes, que entendieron la importancia del Interescolar para la mística del colegio. Mi profesor de religión en III medio que nos preparó para la Confirmación, quien me mostró la profundidad intelectual del cristianismo; la Miss Lucy de Biología que nos tenía tanta paciencia, la Miss Mireya, secretaria de coordinación, Raúl Rodríguez de matemáticas, donde nunca destaqué, pero captaba la gran belleza de la matemática; una ecuación resuelta con éxito te abre a la alegría.

En una palabra… Para mí, mi colegio es…

La primera etapa de mi historia, un regalo de Dios.

¿Qué mensaje le puedes transmitir a los actuales alumnos de tu colegio?

Que levanten Chile, que vale la pena dedicarse a la causa del Evangelio. Que Cristo es el mejor y que la vida se trata de Él. Somos amados por Dios y esto lo necesitamos por encima de todo. La criatura sin Dios se diluye.