Cuéntanos de ti, ¿cómo te defines y a qué te dedicas hoy?
Soy psicóloga, tengo un Master en Administración Pública y soy mamá de 4 mini vikingos, que son lo mejor de mi vida. Me dedico a trabajar por los niños y niñas de Chile, especialmente quienes no tienen a nadie que luche por ellos.
¿Qué ha significado para ti trabajar para la niñez en Chile. Como sub secretaria y hoy en la Fundación Candelaria Apoya?
Por una parte, ha sido tremendamente gratificante y me ha permitido desarrollarme tanto profesionalmente como personalmente. Poner a disposición de los más necesitados las capacidades, los conocimientos, el tiempo y los recursos que uno tiene, llena de sentido la vida. Ya sea con un impacto grande como cuando fui Subsecretaria de la Niñez, o trabajando en fundaciones más pequeñas, en municipios, o desde la academia; la posibilidad de cambiar para bien la vida aunque sea de un niño, es una gran responsabilidad y un honor.
Pero también ha sido muy desafiante, especialmente por lo difícil que es balancear el trabajo con la crianza. A veces entre la intensidad del trabajo, las innumerables actividades de los niños, la culpa que acarreamos muchas mamás por no poder dedicarles más tiempo a los niños, y los propios compromisos sociales y familiares, queda poco tiempo para reflexionar y preocuparse de uno mismo.
¿De dónde o por qué razón nace tu necesidad de trabajar para los niños y adolescentes de nuestro país?
Diría que es una conjunción de cosas. En primer lugar, mis papás siempre nos inculcaron la preocupación por los demás y el privilegio de las oportunidades que hemos tenido, junto con la responsabilidad que ello conlleva. Mi papá partió desde cero y se sacó la mugre para llegar hasta donde está hoy, lo que me hace sentir muy orgullosa y es un ejemplo para mí. Yo siempre me he sentido muy consciente de las oportunidades que he tenido, que hay gente que daría una pierna o un brazo por tener un cuarto de esas oportunidades, y eso lo respeto profundamente y da lugar a mi vocación social.
En segundo lugar, Dios y la vida me han llevado a este camino. La verdad es que siempre tuve la vocación social, pero creo que, como en cualquier trayectoria laboral, las oportunidades se van presentando y uno las va tomando. Mirando para atrás, a veces pienso que es el lugar en el mundo que Dios tenía pensado para mí.
Por último, empatizo de todo corazón con el sufrimiento de los niños, especialmente desde que soy mamá, a veces me duelen hasta físicamente esas vidas inocentes destruidas. Y la verdad es que, ante esa realidad, se hace difícil no jugárselo todo para poder aliviar un poquito esos corazoncitos tan dañados.
¿Cómo influyó y qué herramientas te entregó el colegio que te hacen ser la persona que eres hoy?
A pesar de ser controversial y consciente de que para muchas de mis compañeras era muy estresante, la principal herramienta que siento que me entregó el colegio, es la capacidad de hablar en público y desenvolverme con calma en contextos estresantes, con gente que no necesariamente te escucha amigablemente y con la presión de una evaluación de por medio (ya no con notas, pero sí en términos de la valoración profesional).
Por otra parte, si bien no fue siempre una buena experiencia, el hecho que nos revolvieran constantemente me obligó a tener más herramientas para enfrentar situaciones sociales difíciles.
Pero creo que por sobre todo, está ese sentido de responsabilidad por la excelencia, por hacer lo que uno hace lo mejor posible y esforzarse por ir mejorando constantemente, que me ha llevado a donde estoy hoy.
¿Cuál es el mejor recuerdo de tu paso por el colegio?
Con la certeza de que con esto se me cae el carnet, recuerdo con mucha nostalgia cuando las alianzas eran eventos familiares, en San Carlos o en lo que ahora son las canchas pero antes era pura tierra. Me acuerdo de mis papás disfrazados de mascota de la alianza y de haberlo pasado increíble. Éramos mucha menos gente, pero era un ambiente súper familiar y sano.
¿Alguna persona que haya marcado tu paso por el colegio y que quieras recordar?
Mis amigas, de todas maneras: Emilia, Ale, Piedad, Gracia, Pili y todas las que han sido mi apoyo y mis compañeras de vida durante todos estos años. Ellas siempre han estado ahí, en las buenas y en las malas, y aunque la vida a veces no nos dé para vernos todo lo que quisiéramos, yo sé que siempre puedo contar con ellas.
En una palabra… para mí, mi colegio es…..
Excelencia. Me tomo a pecho el lema.
¿Qué mensaje le puedes transmitir a los actuales alumnos de tu colegio?
Demasiados, pero lo voy a dejar en dos principales:
Lo primero, es que seamos conscientes del privilegio, de las inmensas oportunidades que tenemos: tener una familia, gente que te quiere y que te ayuda cuando tienes un problema, la educación, la formación valórica, las redes, el tener una casa y comida seguras y tantas otras posibilidades para desarrollarnos al máximo. Eso es algo que no se puede desperdiciar y que conlleva una responsabilidad a mi juicio ineludible, hay quienes lo darían todo por tener al menos una de esas cosas, y está en nosotros agradecer y trabajar por acercar las oportunidades a los más vulnerables, desde donde está cada uno.
Lo segundo, decir que en esta vida todos tenemos un lugar que nadie más puede llenar, aunque suene cliché. En la etapa de colegio, sobre todo en la adolescencia, la mayoría tenemos momentos difíciles, y uno ve todo negro. Pero aunque a veces uno no lo ve, siempre hay alguien que está de tu lado, aunque no sea quien uno espera. Lo importante entonces, es pedir y aceptar la ayuda, y convencerse que vale la pena salir adelante, que la vida tiene infinitas vueltas y te va mostrando caminos, hasta que uno encuentra su espacio y su misión. Y también que veamos al otro, al que a veces está más solo, o lo está pasando mal. Está en cada uno mejorar el mundo, si nos lo proponemos.